El teniente Hirō Onoda (Hiroo Onoda) fue, probablemente, el más leal y combativo de los oficiales japoneses que lucharon en la II Guerra Mundial. Y si no lo es, sí puede ser llamado el más perserverante. A pesar de que la Guerra terminó en 1945, este hombre continuó luchando hasta 1974.
Hiroo Onoda: la historia
Onoda era un oficial de inteligencia que en 1944 fue enviado a la isla filipina de Lubang, con órdenes precisas de organizar la guerra de guerrillas contra las fuerzas norteamericanas, que se preveía tomarían la isla en breve. Sin embargo, la caída de las tropas japonesas asentadas en el lugar fue más rápida de lo esperado, por lo que el hombre decidió tomar las montañas de forma abrupta, junto a tres de sus soldados sobrevivientes.
Cuando Onoda inició su guerra de guerrillas en las montañas de Lubang, estaba acompañado solamente por esos tres subalternos, de nombres Yuichi Akatsu, Soichi Shimada y Kinshichi Kozuka. Los tres se mantuvieron en férrea resistencia defendiendo la causa imperial, a pesar de que Japón se rindió el 15 de agosto de 1945. Los guerrilleros, cuya presencia fue detectada casi desde el principio, fueron informados de la rendición nipona en el mes de octubre de 1945, por medio de folletos lanzados desde una avioneta. No obstante, los cuatro soldados creyeron que se trataba de un engaño y decidieron mantenerse en pie de guerra.
En 1949, Akatsu se separa del grupo y se entrega el año siguiente. En 1952, siete años después de la rendición japonesa, se les tiran desde un avión distintos documentos probatorios del fin de la guerra, así como cartas de sus familiares instándolos a deponer las armas, lo que termina siendo otro esfuerzo inútil. En 1953, el grupo se enfrenta a balazos contra unos pescadores, incidente donde Shimada es herido y posteriormente cuidado durante su convalecencia por Onoda. Un año después Shimada vuelve a ser baleado y ahora sí fallece, esta vez en un enfrentamiento con una brigada que los estaba buscando.
En 1972, mientras quemaban arroz como parte de sus actividades de sabotaje, un policía disparó y mató a Kozuka, por lo que Onoda quedó finalmente operando solo. El incidente encendió los reflectores sobre el caso y sugirió al mundo que Onoda podría estar vivo.
En 1974 un estudiante japonés, Norio Suzuki, decidió lanzarse a buscarlo en una aventura que finalmente tuvo éxito y terminó forjando una buena relación entre ambos, pero Onoda aún se negaba a deponer las armas hasta que un superior suyo se lo ordenara. Por ello, el mayor retirado Yoshimi Taniguchi, para entonces librero, fue llevado hasta ahí por el gobierno de Japón. Al llegar, hizo saber a Onoda que Japón había sido derrotado 29 años antes y le ordenó rendirse, por lo que el teniente entregó su fusil oxidado, aunque todavía funcional, y su uniforme.
Tras su experiencia, el teniente Hiroo Onoda escribió un volumen autobiográfico y posteriormente se mudó a Brasil, donde se convirtió en dirigente de la comunidad japonesa en ese país. Regresó a Japón en 1980, para fundar una escuela para jóvenes.
Dado su vínculo con Brasil, este país le otorgó la Medalla al Mérito de Santos-Dumont de la Fuerza Aérea en el año 2004. El 16 de enero de 2014, Hirō Onoda falleció a los 91 años de edad.
Se puede afirmar que Hiroo Onoda no se rindió debido a la férrea disciplina, lealtad e ideología inculcada al pueblo y fuerzas armadas japonesas (además de la desconfianza hacia la información proporcionada por las fuerzas enemigas), en una era donde el Emperador ejercía una autoridad máxima y discrecional sobre todos los asuntos nacionales.