Detroit, ubicada en el estado de Michigan en los Estados Unidos, es una ciudad que ha sufrido un fuerte proceso de decadencia, el cual la ha convertido parcialmente en una ciudad fantasma. Fundada en el año 1701, es nada menos que la ciudad más grande en el mencionado estado, y en algún momento de su historia fue tan próspera que era un ejemplo para toda la nación. Sin embargo, hoy Detroit ya no es lo que era.

Para entender el ascenso y caída de este lugar debe hablarse de la industria automotriz, pilar de la era de bonanza de la ciudad, tanto así que se le conocía como Motor City. El gran auge de Detroit se debió a que en la ciudad se encontraban las bases de las tres grandes compañías de este ramo: Ford, General Motors y Chrysler.  Desde fines de la II Guerra Mundial, hasta la etapa final de la década de los ’60, la ciudad vivió en plena bonanza económica, desarrollando su vida social y creándose al mismo tiempo su propia aristocracia y por añadidura una holgada y ciertamente numerosa clase media.

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Sin embargo las tres empresas automotrices, en pocos años, decidieron cambiar de estrategia, presionados por el poderoso sindicalismo que se había creado en sus plantas de Detroit, y comenzaron a regionalizar su producción abriendo fábricas en otras partes del país y fuera de él. Al mismo tiempo, la llegada de otras compañías automotrices también eliminó la situación oligopólica que permitía el status quo de las llamadas tres grandes.

Detroit: el relevo generacional

Al mismo tiempo, al producirse el relevo de la primera generación de obreros que trabajó en las fábricas, sus hijos ya no acudieron a los puestos de trabajo en éstas, debido a que sus familias habían ascendido socialmente por el bienestar que ofrecía el trabajo para las tres grandes. Así, se llenaron estas vacantes atrayendo nuevos trabajadores utilizando como gancho las propias condiciones de bienestar mencionadas. Estos lugares fueron utilizados por trabajadores, la mayoría afroamericanos, que llegaron primordialmente de los estados del sur, y que luego de la crisis de la ciudad se vieron obligados a permanecer en ella por la falta de recursos para volver a mudarse. En contraste, la clase media que se había creado o instalado en Detroit, por su parte, la abandonó rápidamente ante las nuevas condiciones. Para finales de los ’60, la ciudad ya era sede de numerosos disturbios raciales.

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Finalmente, la crisis económica del año 2008 dañó financieramente a las empresas automotrices, las cuales tuvieron que ser rescatadas por el gobierno de los Estados Unidos. Por eso, muchos lugares donde alguna vez estuvieron sus grandes instalaciones son ahora sitios abandonados, pueblos fantasma. De este año a 2013, el decaimiento de la ciudad fue muy drástico, como se observa en estas imágenes de Google Maps:

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Detroit, el drama

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En 2013, Detroit se presentó como el mayor caso de bancarrota municipal en toda la historia de los Estados Unidos.

No obstante, y a pesar de la crisis que vive el ayuntamiento, aunada al grave deterioro social y residencial de la zona, existen muchos nativos y residentes de la ciudad que se empeñan en sacarla de la crisis por medio de distintas iniciativas vecinales y de la optimización de recursos, estrategias apoyadas por el gobierno local.

 

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