“Nunca imaginé que estuviera sentado en un barril de pólvora con la mecha prendida”.

Jorge Gil

EL 7 de junio de 1999, en la Ciudad de México, tuvo lugar un acontecimiento que marcaría la historia no solo de los medios de comunicación y la farándula, sino también de la política y la impartición de justicia en México: el trágico fallecimiento de Francisco Stanley Albaitero, conocido como Paco Stanley.

Sobre el caso en sí mismo ya se ha dicho mucho, pero muy poca gente, relativamente, ha tenido acceso a un documento muy polémico y revelador sobre estos hechos, cuya autoría es de nada menos que uno de los protagonistas, o más bien dicho, de una de las víctimas de ese fatídico día. Hablamos del libro Mi Verdad, escrito por el ex colaborador de Paco, Jorge Gil, quien también aparecía a cuadro, es decir al aire, en los últimos proyectos del popular conductor, cuando este dio el salto de Televisa a TV Azteca.

En 1999 poca gente tenía acceso a internet y no existían las redes sociales, así que como es natural la información fluía de manera ciertamente confusa y hasta brumosa. En primera instancia, algunos medios aseguraron que Gil había caído junto a Paco, cosa que fue desmentida posteriormente, pero que de haber sido realmente así nos hubiera privado de este relato autobiográfico que por alguna extraña razón hoy es ciertamente escaso, tanto así que alcanza precios altísimos, aún usado, aún dañado, en las plataformas de e-commerce.

En el libro, el llamado Güero escribe:

“Me afectó mucho el rumor en torno a la actitud de Mario Bezares el día del crimen y durante sus primeras declaraciones. Yo me resistía a creerlo, pero algunos médicos del hospital me comentaron que no debía ser tan ingenuo”.

Luego abunda: “Para la autoridad, la entrevista que le había hecho Zabludovsky a Bezares era reveladora pues, por su manera de hablar atropellada, confundía y daba la impresión de que ocultaba algo”.

También toca la actitud de Mario hacia él mismo, Jorge Gil, ya que a pesar de que cuando eran compañeros y según revela el propio libro, nunca se llevaron del todo bien, el autor esperaba una visita o al menos una llamada de parte del hombre que alcanzara la popularidad con su baile del Gallinazo:

“La voz de uno de mis cuñados me distrajo: seguro que ahora que venga Mario a visitarlo habrá un intenso movimiento periodístico”.

Mario nunca llegó. Es más, ni siquiera recibí una llamada telefónica de él. El hijo de Paco, aún en medio de mi dolor, se comunicó conmigo. Mario, nunca”:

Sobre las otras, entonces muy secretas y hoy muy presuntas actividades de Stanley, escribe:

“En el fondo estaba consciente de que el crimen de Paco no era problema de una adicción o enfermedad, había un trasfondo muy complejo que tarde o temprano saldría a relucir. Su muerte fue organizada, planeada hasta el último detalle en un operativo profesional que a todas luces, por el método utilizado, revelaba que no se trataba de un delito como otro cualquiera”.

A estas actividades, o al menos a la construcción de una fachada para estas, habría sido invitado el propio Gil:

“En un unicio supuse que ese “otro” o que esa propuesta era integrarme a otras actividades de la empresa que Paco encabezaba, como la grabación de comerciales y la participación permanente y activa en su espectáculo musical. Sin embargo, la verdad era otra. Se me planteó incluir mi nombre en algunas propiedades y negocios pero yo decliné la oferta”.

También habla de la tan mentada aunque nunca comprobada situación amorosa que según el vox populi habría involucrado a Stanley con Brenda, la esposa de Mario. Sobre eso comparte una conversación de la que dice haber sido testigo:

“Paco, con una copa enla mano y un cigarrillo en la otra, le dijo a Mario: “Mario, ¿qué pensarías si tu mejor amigo mantuviera relaciones con tu esposa? ¿No consideras que es mejor que ella se acostara con tu mejor amigo que con un desconocido?… Esto propició un gesto colérico de Mario, quien aparentando serenidad respondió: no estoy de acuerdo amigo. Hay cosas que se deben de respetar”.

“yo, sin dar crédito a lo escuchado, intervine apoyando la opiniñón de Mario y traté de cambiar el rumbo de la conversación. Pero Paco, sin siquiera mirarme, insitió:

Pero es que, Mario, yo considero que un amigo es más fiel que un extraño. Todo queda en armonía, si sabrías que tu esposa estaría protegida”.

Mario, irritado, fijó su postura:

“No te entiendo, amigo, yo no puedo permitir eso, no comparto tu idea”.

En ese momento yo me retiré muy desconcertado, dejándolos a ellos en esta discusión que ya no deseaba escuchar. Sin embargo, había algo extraño en Paco. Me dio la impresión de que deseaba comunicarle algún asunto a Mario”.

También comparte algunos otros motivos por los que pudo haber existido cierta tensión entre ellos:

Rodolfo Rodríguez “Calixto”, actor y escritor que murió -se dice- víctima del Síndrome de Inmunodeficiencia adquirida.

Paco se burlaba de la orientación que tuvo en vida su hermano y Mario ponía un gesto duro, como apretando los dientes, pero no le decía nada, se tragaba su coraje sin poder desquitarse. Una broma inexplicablemente pesada entre amigos.

De este estilo son muchas de las anécdotas que Jorge Gil comparte en el libro, algunas de ellas hablan por sí solas, pero también deja clara la otra cara de la moneda: la gran amistad entre Stanley y Bezares, quienes asegura, se compartían absolutamente todo lo que ocurría en sus respectivas vidas, cual si de dos hermanos se tratara.

También comparte que el personal de audio del programa escuchaba constantemente, al dejar los micrófonos abiertos, ruidos extraños provenientes de las líneas de audio de Paco y Mario, “como si se sonaran constantemente”.

Sobre el día del ataque, en el que Mario Bezares apareció con una lesión en el pie, Gil pone en duda que esta haya sido verídica y asegura que su compañero mintió al decirle a Paco que la lesiónse lal había hecho en casa de Gil al irlo a dejar el sábado anterior, pero el güero inmediatamente le reviró que en realidad Mario nunca se había bajado del auto.

Gil comparte una entrevista publicada el 8 de julio de aquel 1999, donde la reportera Angélica de León del diario Reforma, le pregunta directamente sobre lo que ha consumido en su vida. Bezares niega rotundamente lo que las pruebas de laboratorio derivadas de la investigación probaron.

También cuenta cómo vivió los careos con Mario, y asegura que en un receso durante los mismos, este le preguntó: ¿no tienes miedo?… A lo que Gil habría respondido: no, para nada, aquí no puedes ir al baño, en referencia al hecho de que Bezares declaró haberse quedado en el baño del restaurante debido a problemas estomacales, mientras Stanley era sacrificado en sus afueras.

Estas son algunas de las cosas que nos parecieron llamativas y reveladoras de un libro que hoy sigue siendo buscado pero relativamente poca gente ha leído, mismo que trata de una manera distinta los hechos, desde la óptica de alguien que los vivió de primera mano, también desde la posición de víctima.

Aunque es imposible saber si las suposiciones vertidas por Jorge Gil en Mi Verdad son o no elementos claros, sí resultan muy interesantes aún a tantos años de distancia y revelan la voluntad de un hombre que no parece querer otra cosa que revelar al mundo, aludiendo al propio título de la obra, su verdad. Una que, a pesar de venir de alguien que en ese tiempo era conocido gracias a la televisión y que estuvo presente en los acontecimientos, sigue siendo poco conocida. Lo que sí podemos asegurarte es que si el tema es de tu interés, este libro resulta muy entretenido para ti.

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