El mate del pastor es la más popular combinación de jugadas que producen un jaque mate rápido en el ajedrez. Todo ajedrecista en sus primeras partidas ha sucumbido con el jaque mate del pastor y luego lo ha utilizado a su favor.

Al igual que el origen del ajedrez mismo, el nacimiento del mate del pastor es narrado a manera de leyenda, sin nombres de quienes participaron en su creación, indicando únicamente el país y las jerarquías de quienes disputaron la partida. La leyenda bien podría narrarse de la siguiente manera:

Hace muchos años, en una provincia que con el paso del tiempo sería parte de Francia, existía un rey que disfrutaba jugar al ajedrez. Cada que el monarca quería jugar enviaban a alguien cercano a la corte a que se sentara a disputar una partida con él. El rey invariablemente ganaba y se decía que no había nadie en el reino capaz de ganarle.

mate-del-pastorCorrían los rumores de que el rey nunca había perdido  y que llevaba más de mil partidas consecutivas sin conocer la derrota. Tal vez sí hayan sido ciertos los rumores y el monarca en realidad tenía un gran talento, pero también era probable que aquellos que sí hubieran podido ganarle al rey no hubieran querido por temor a que se enojara y arremetiera contra ellos, pues era bien sabido entre sus súbditos que el rey era voluble e impetuoso y que muchas veces se dejaba llevar por la ira y castigaba cruelmente a quienes le contradecían. ¿Quién en la corte se atrevería a desafiar y vencer en el ajedrez a un rey así, quitándole su racha ganadora y su fama de invencible?

Sin embargo, un día debía de llegar en que el rey tuviera un rival que no le temiera, tal vez por el simple hecho de desconocerlo. Y así, un día salió el rey a cazar acompañado un pequeño número de acompañantes. Sucedió entonces que durante la persecución de una presa, pasó el rey por un descampado en el que pastaban ovejas y logró observar que el pastor que las cuidaba estaba sentado y recargado sobre un árbol y tenía ante sí un tablero de ajedrez del cual no despegó la mirada, ni aun cuando el rey con su comitiva pasaron más cerca suyo.

Al poco rato que hubieron alcanzado la presa y cuando ya se disponían a descansar y comer, el rey solicitó al capataz y a su ayudante que fueran a buscar a aquél pastor que jugaba consigo mismo al ajedrez en ese llano mientras sus ovejas pastaban, que lo trajeran ante él y que si era necesario uno de los dos se quedara cuidando las ovejas y el otro viniera con el pastor. Y así lo obedecieron y así el pastor, que resultó ser sólo un joven, aceptó de buen o mal agrado el acompañar al capataz mientras el ayudante se quedaba cuidando las ovejas.

Cuando por fin estuvo el joven frente al rey, este último preguntó incrédulo al capataz que si este era el pastor que jugaba ajedrez, a lo que le respondió que sí, que incluso cuando llegaron seguía ensimismado en el juego, y exclamó que podía haberle robado un borrego y no se hubiera dado cuenta, a lo que varios rieron. El rey entonces se levantó y preguntó a aquél joven si eso era cierto, si era aquél que había visto jugando ajedrez solo en aquél prado, y tras recibir del pastor la confirmación le pidió que jugara una partida de ajedrez con él, a lo que naturalmente accedió. El rey le dijo que no tuviera miedo, que sólo hiciera lo mismo que hacía en aquél árbol, concentrarse en el juego.

Como el rey se sintiera tan fuerte en el ajedrez le daba lo mismo jugar con negras que con blancas y ante cada partida insistía que se sortearan los colores, así que pidió que se hiciera el sorteo y en él se le concedieron las piezas blancas al pastor y las piezas negras al monarca. Ambos se colocaron frente al tablero, se estrecharon la mano y jugaron la siguiente partida:

  1. P4R – P4R 2. D5T – C3AD 3. A4A – C3A   4. DxPA#
 

Jaque mate dijo el pastor al realizar su última jugada y el rey quedó sorprendido y todos guardaron silencio. El joven pastor había vencido al rey en tan sólo cuatro jugadas y nadie podía creerlo pero ahí estaba delante de ellos el jaque mate que inexorablemente termina una partida otorgando a un jugador la victoria sobre su oponente.

El rey reflexionó por un momento en el que todos se miraban unos a otros preguntándose cómo reaccionaría ante la derrota en el ajedrez, la cual se decía nunca había conocido y se creía nunca conocería, y para sorpresa de todos el rey rompió el silencio con una gran carcajada y luego exclamó que había perdido por confiarse pues había jugado deprisa sin analizar las amenazas que entrañaban las jugadas de un joven rival al cual no consideró de peligro pero que resultó que tenía más talento que él y que demostró venciendo en tan solo cuatro jugadas. El rey se levantó y nombró al joven pastor capitán del ajedrez del reino, le agradeció por haber jugado con él aquella partida y le prometió que algún día volvería para jugar un juego de revancha.

No sabemos si el día de la revancha llegó ni si de haberse dado quién resultó ganador, pero lo que sí sabemos es que para muchos de los que presenciaron la partida fue una gran sorpresa que el rey reaccionara tan bien y que para todos fue una sorpresa aún mayor la invención de ese mate que se conocería siempre como el mate del pastor.

El mate del pastor, en la nomenclatura moderna en que se escribe el ajedrez, es decir la algebraica, es la siguiente:

  1. e4 – e5 2. Dh5 – Cc6 3. Ac4 – Cf6   4. Dxf7#
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