La mayoría de los usuarios de computadoras llegamos a utilizar un Pentium. Intel, desde hace más de dos décadas, ha sido la líder indiscutible en el mercado de los microprocesadores, pero hasta antes de Pentium todos sus lanzamientos tuvieron versiones genéricas en el mercado, especialmente en la era de los 80386 y los 80486. Compañías como AMD, Texas Instruments y por supuesto, IBM, realizaron sus propias versiones sin que Intel pudiera registrar para sí las denominaciones con números. Esto se debe a que legalmente es imposible registrar marcas compuestas por sólo números; debido a esto la compañía decidió lanzar su procesador 586 bajo el nombre comercial Pentium, con el objeto de impedir que su competencia pudiera usar el mismo nombre para denominar a sus procesadores.
Este procesador apareció en el mercado en el año 1993 aportando características únicas e inéditas (entre ellas el hecho de que corría a 60 mhz), y su éxito fue tal que arrasó a compañías más pequeñas, como Harris, que realizaba procesadores clónicos del 80386 y del 80486.
En casi todos los casos, la instalación del Pentium hizo necesaria una nueva motherboard, por lo que la actualización de un CPU implicaba prácticamente cambiarlo por otro (como respuesta a este problema Intel creó el Pentium Overdrive, instalable en motherboards con procesadores 486, ofreciendo un rendimiento similar al del Pentium).
Su consumo de energía de 5 voltios y la necesidad de estabilizar al chip corriendo a 60 mhz o más, volvió imperante, por vez primera en la historia de los microchips, la creación de diseños de ingeniería específicamente creados para estabilizar la temperatura del sistema.
Aunque posteriormente el nombre Pentium se convirtió en sinónimo de procesadores con “características básicas”, en su momento fue símbolo de vanguardia tecnológica, y sin duda alguna este procesador ha sido punta de lanza para el desarrollo de los dispositivos informaticos de hoy.