El aprendizaje es básico en la vida. El ser humano domina a las especies por su distintiva capacidad de acumular conocimiento. Todo en la vida humana depende de la capacidad de aprendizaje.
Así como los animales aprenden a alimentarse, defenderse y otras labores básicas, el aprendizaje también es un proceso vital en la vida humana, y también la generación de conocimiento.
El aprendizaje es un cambio permanente en nuestra conducta, que nos permite adaptarnos al medio ambiente y desarrollar habilidades que nos permiten vivir.
Al aprender, fortalecemos nuestro cerebro, el cual sufre cambios. Para poder aprender, necesitamos desarrollar operaciones afectivas: valoración, proyección y opción, por medio del sistema afectivo. Con esto, contrastamos la información nueva con la estructura mental que ya tenemos, para despertar interés, expectativa y sentido.
Aprendemos cuando nuestra estructura mental no permite darle sentido a algún estímulo que nos resulta nuevo, y no podemos actuar de forma adaptativa ante él. Es decir, aprender nos vuelve aptos para enfrentarnos a los retos de la vida.
El aprendizaje, sin embargo, está ampliamente ligado a la motivación y al deseo de cada individuo, que una vez almacenada la nueva información, procede a racionalizarla por medio de la comprensión y la posterior conceptualización, generando lo que conocemos como experiencia, o “saber aprender”, habilidad que también varía de individuo a individuo gracias a lo que conocemos como procesos cognitivos.