La desomorfina (conocida también como dihidrodesoximorfina o por su antiguo nombre comercial, Permonid), es una sustancia entre 8 y 10 veces más potente que la morfina, mucho más adictiva y económica también. Una dosis puede conseguirse por más o menos un dólar, por lo que ha ganado muchos adeptos. Fue utilizada en Suiza, y comercialmente conocida como Permonid.

Sobre sus orígenes se sabe que fue creada en Estados Unidos hacia 1932, siendo un análogo opiáceo derivado de la morfina, con efectos sedantes y analgésicos. Se dice también que en Rusia existía desde 2002 y que en 2012 se convirtió en una epidemia, ya que hubo una baja en la producción de opio en Afganistán, lo que provocó que la heroína fuera de difícil de obtención en Rusia, lo que condujo a los adictos a buscar alternativas como la desomorfina, cuyo costo es mucho menor que el de la heroína.

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El nombre popular por el que se ha dado a conocer esta droga, proviene del ruso крокодил (“krokodil”, que significa “cocodrilo”), probablemente debido a una derivación del nombre clorocodida (sustancia derivada de la codeína, de la que parte el krokodil) y al escamoso que presenta la piel de sus usuarios habituales, ya que la sustancia deja fuertes daños en los tejidos.

Además, entre sus efectos están: trombosis y hemorragias, enormes úlceras en la piel, flebitis y gangrena en la zona donde se inyectó la droga, infecciones de la piel que llegan hasta los huesos, pérdida de miembros como dedos, piernas, brazos; pérdida de dientes, estallamiento de oídos, nariz y labios; fallo renal y hepático, problemas con el habla y la coordinación motora, fallos en la concentración y la memoria y cambios de personalidad, entre muchos otros.

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Una persona adicta al Krokodil puede llegar a morir dos años o dos años y medio después de empezar a consumirla.

 

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