Meter cizaña o sembrar cizaña es una expresión que se refiere a la realización de un acto perjudicial para una persona o a un grupo, frecuentemente con el objetivo de generar discordia, al introducir en sus actividades o dinámicas elementos que generarán dificultades. De la misma manera en que la cizaña se asemeja al trigo, estos elementos suelen tener una apariencia positiva, lo que dificulta que sean detectados.
La cizaña es una “mala hierba” que crece en los sembradíos de trigo. El inconveniente de la cizaña radica en que se parece mucho a estos cereales y, dado que sus granos son tóxicos para el ser humanos, es indispensable separarla al momento de la cosecha, cuando los granos de la cizaña se vuelven obscuros y es posible diferenciarlos rápidamente.
Existe una parábola muy famosa sobre este tema: la parábola del trigo y la cizaña. Esta parábola es expresada por Jesús de Nazaret en la Biblia católica:
«El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?” El les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?” Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”».
Mateo (13, 24).
La explicación de la parábola, en voz de Jesús de Nazaret, es la siguiente:
Respondiendo Él, les dijo: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga».
Mateo (13, 37).