Esta respuesta es muy sencilla: las gotas de lluvia caen atraídas por la gravedad, y mientras lo hacen, viajan por el interior de otro fluido, el aire. El roce con el aire provoca una resistencia que le da distintas formas. Si la gota es pequeña es esférica, si es grande, es redonda por arriba y plana por abajo, como un bollo para hamburguesa.
Las gotas no pueden crecer infinitamente, ya que la propia resistencia la deforma al aumentar, dividiéndola.
Esto, por supuesto, no impide que las personas sigamos comparando la lluvia con nuestras lágrimas.