Hoy en día todo el mundo relaciona la canción Dominique con las religiosas católicas, asociación que se ha vuelto más frecuente dadas las numerosas referencias a ella en el cine, la televisión y la cultura popular en general.
La canción de Dominique fue compuesta en 1962 en Bélgica, por la llamada monja cantora (The Singing Nun), o Hermana Sonrisa (Sœur Sourire en francés) Jeanne-Paule Marie Deckers, religiosa dominica belga, nacida en Bruselas en 1933. Su orden la incitó a grabar un disco con la canción, por medio de un contrato con la disquera Philips, gozando de un gran éxito bajo el nombre artístico Hermana Sonrisa.
Su éxito fue tal que estuvo en número uno en Billboards en Estados Unidos, y despertó mucha curiosidad el hecho de que su rostro no aparecía en las portadas de sus discos. En 1966 se rodó una película basada en ella, protagonizada por Debbie Raynolds (en el papel de Jeanne-Paule) y Ricardo Montalbán. No obstante, las ganancias obtenidas pasaron a manos de la orden, situación autorizada por Jeanine-Paule debido a sus votos de pobreza y obediencia.
En 1966, considerando la vida en el convento como algo arcaico y retrógrada, acepta su falta de vocación y abandona la orden, continuando su carrera musical bajo el nombre artístico de Luc Dominique (viéndose impedida legalmente para utilizar su otro nombre). En esta nueva etapa fue autora de temas que ponían en tela de juicio el papel de la mujer en la sociedad, así como a la propia Iglesia católica y a las tendencias conservadoras en general. Vivió como pareja de una mujer, Annie Pescher.
Sus problemas financieros la sumieron en una profunda depresión, que la llevó a suicidarse junto a su pareja el 29 de marzo de 1985, justo cuando a espaldas suyas la Sociedad Belga de Autores, Editores y Compositores había reunido más de 500, 000 francos belgas en una colecta para ayudarla (mucho más que lo que ella adeudaba).
.« Dominique-nique-nique marchaba con toda sencillez
Caminante pobre y cantando
En todos los caminos en todos los lugares sólo habla del Buen Dios
Sólo habla del Buen Dios. »
Dominique, por Jeanne-Paule Marie Deckers