El cráneo de los seres humanos se conforma por siete huesos, unidos entre sí por zonas denominadas suturas. Cuando un bebé nace, no tiene esos siete huesos articulados de manera definitiva, ya que en ese momento se encuentran unidos por espacios blandos de tejido membranoso. Entre éstos hay ciertos puntos formados de membrana denominados fontanelas, y popularmente conocidos como mollera. Esta composición ayuda a que la cabeza del bebé no obstruya el nacimiento.
Cuando el individuo humano nace, el cerebro aún no se encuentra completamente desarrollado. Los primeros meses de vida éste experimenta un crecimiento rápido, mismo que no tendría lugar si los siete huesos del cráneo estuvieran ya completamente unidos.
La mollera permite también, de ser necesario, realizar estudios al cerebro de los bebés por medio del ultrasonido transfontanelar, que suele realizarse a los bebés que nacen prematuramente.
Las fontanelas anterior y posterior deben cerrar antes de cumplir dos años, especialmente en los bebés varones, y es aconsejable que durante este proceso se cuente con supervisión pediátrica, para dictaminar que las suturas del cráneo están formándose de manera adecuada. Este proceso médico se realiza mediante la medición del volumen encefálico, y puede llevar a o complementarse con radiografías o tomografías. El cierre tardío o temprano de las fontanelas, al igual que un tamaño no adecuado de éstas, pueden ser síntomas de un problema de salud en el bebé.