Los loros, también llamados pericos, son capaces de “hablar”, llegando a hacerlo de manera impresionante y memorizando numerosas palabras y hasta frases completas, en clara imitación del lenguaje utilizado por los seres humanos. Esto es posible gracias a un órgano llamado “siringe”, que poseen en la base de la tráquea, y que le permite emitir sonidos similares a los que generan las cuerdas vocales de los mamíferos.
Su habilidad para emitir sonidos complejos no les sirve solamente para granjearse la simpatía de los humanos, ya que en base a esta capacidad es que se comunican y relacionan entre ellos, aún sin la convivencia con humanos. Para lograr esto utilizan la lengua, junto a las vibraciones que tienen lugar en las paredes de la siringe, con lo que son capaces de realizar verdaderas “conversaciones”.
Cabe señalar que en el hecho de que un perico o loro aprenda o no a hablar intervienen factores tales como la edad del ejemplar, la perseverancia de su entrenador y por supuesto, la genética. De hecho, hay muchos ejemplares que nunca aprenden a hablar, mientras otros de la misma especie demuestran una habilidad sui géneris para ello. Con todo, los loros o pericos son poseedores de una inteligencia equiparable con la de los primates.