Si vives en México o en cualquier otra parte del mundo pero has visto luchadores enmascarados, sabes que estos luchadores no se quitan la máscara, o al menos eso es lo que habitualmente se piensa de ellos. Es normal que las personas se pregunten cosas tales como si estos luchadores en realidad viven las 24 horas del día con la máscara puesta, si se bañan y duermen con ella. Este tipo de preguntas son muy comunes y comenzaremos respondiendo tajantemente que esto no es así, los luchadores no se bañan, duermen ni andan por la calle con la máscara en la vida cotidiana.
Los luchadores no se quitan la máscara en público
Los luchadores enmascarados no se quitan la máscara en público, eso es algo que como regla general es muy cierto. En México comenzó a crecer la tradición de los luchadores enmascarados aunque al principio no era así, ya que la lucha libre mexicana se instauró como espectáculo de forma estable desde el año 1933 y en ese momento ese rasgo inconfundible que son los luchadores enmascarados todavía no aparecía.
Los luchadores no se quitan la máscara en público porque es parte del misterio y misticismo de sus personajes, sin mencionar que existen las llamadas luchas de apuesta. En ellas los luchadores se enfrentan apostando la máscara y el perdedor se verá obligado a mostrar su rostro y decir su verdadero nombre al público. De esta forma entra en juego otro factor, ya que la máscara y el concepto que la rodea también están ligados con el honor.
En el universo de la lucha libre el perder la máscara (en una lucha de apuesta, ya que en otro tipo de lucha está prohibido que el rival se la arranque) simboliza no solo la humillación para un luchador sino una afectación permanente a su imagen y cartel (es decir su peso, influencia y valor en la industria de la lucha libre). Por esa razón los gladiadores solo aceptan participar en este tipo de encuentros percibiendo una cantidad de dinero bastante considerable.
Los luchadores han sido comparados múltiples veces con los super héroes, y al ser también figuras de la cultura popular (incluyendo el cine mexicano), resulta lógico que como tales su identidad secreta se mantenga como tal.
Luchadores como El Santo y Blue Demon nunca perdieron la máscara, mientras que leyendas contemporáneas como Dr. Wagner Jr. han sido duramente recriminados por sus seguidores luego de hacerlo.
Las máscaras son quizá el más grande símbolo de la lucha libre mexicana, pero no, no te preocupes, los luchadores no van al mercado con ellas puestas, como podría habernos hecho pensar el cine de luchadores.