El hecho de que aceite y agua sean imposibles de mezclar tiene una explicación química. La molécula de agua tiene un polo positivo y un polo negativo, mientras que el aceite es un compuesto neutro, es decir, no tiene polaridad. Por todo ello, el agua se comporta como una especie de imán con las moléculas de otras sustancias si éstas reúnen las características para ello, pero en el caso del aceite, en su calidad de compuesto neutro carece de “atracción” hacia otras sustancias. Es similar a lo que sucede cuando se acerca un imán a alguna sustancia, por ejemplo una roca: simplemente nada ocurre. Además, el aceite no es propenso a los puentes o enlaces de hidrógeno, los cuales favorecen la disolución de una sustancia en el agua.
También se debe a la densidad de ambas sustancias. Al ser menos denso el aceite, tiende a aglutinarse y a subir a la superficie de agua. A pesar de su nula compatibilidad, el agua y el aceite sí son capaces de disolver otras sustancias, e inclusive existen compuestos que pueden llegar a disolverse en las dos. Con todo y su imposibilidad para disolver aceite, el agua es la sustancia en la que resulta más fácil disolver otras.