Si eres de las millones de personas en todo el mundo a las que le gustan los viajes, este artículo está hecho para ti. Viajar es algo tan atractivo para nosotros los seres humanos que pocas actividades en la vida resultan más populares y en muchos casos hasta aspiracionales.
Pero toda esta pasión por los viajes que tan familiar nos resulta no es un hecho fortuito sino que tiene que ver con características específicas que tenemos las personas y que han sido forjadas prácticamente durante toda la historia de la especie.
Viajar: la perspectiva psicológica de un gusto generalizado
No cabe duda que encontrarnos con publicidad alusiva a vacaciones o viajes es de lo más habitual dentro de la red o cualquier otra plataforma. Tanto así que existen países enteros cuya principal fuente de ingresos es precisamente el turismo. De modo que nuestra necesidad por viajar parece ser un rasgo inherente, el cual no podía pasar desapercibido para la ciencia, tanto a nivel físico como psicológico. En realidad nos gusta viajar.
The Journal of Positive Psychology, revista académica de alto rigor que cubre lo relacionado con la llamada “psicología positiva” (el optimismo, la felicidad, el bienestar, etcétera) desde una perspectiva científica, publicó un estudio que podría arrojar bastante luz sobre el tema. A través de él se concluyó que la felicidad está ligada al registro de recuerdos y experiencias que guarda un individuo. Dicho de otra forma, ante un mayor “acervo” de recuerdos relevantes, más felicidad. Esto podría ayudarnos a explicar por qué nos gustan tanto los viajes, en los que estamos expuestos a lugares, situaciones, culturas y en general entornos totalmente diferentes a los que estamos acostumbrados.
Por su parte Thomas D. Gilovich, destacado psicólogo de la Universidad Cornell en los Estados Unidos, afirma que la felicidad se encuentra mucho más ligada a las experiencias que a las posesiones. Quizá por eso podemos atestiguar casos de personas capaces de desprenderse de cualquier pertenencia con tal de lograr las vacaciones de sus sueños. La clave de ello es lo duradero, lo imperecedero. Los viajes, frecuentemente, consiguen un efecto de felicidad permanente en los seres humanos.
Los viajes también coadyuvan a la felicidad y al bienestar de las personas al aportar beneficios como el autonocimiento, la sensación de metas logradas, la búsqueda de libertad, el crear un acervo de historias nuevas para contar y varios más.
Nos gusta viajar por el estrés, o más bien contra él
Quizá sobre todos los motivos para viajar que ya mencionamos sobresale el hecho de que cuando lo hacemos aliviamos profundamente el estrés acumulado durante el día a día. Pocas cosas sirven mejor para romper con la agitada rutina de la sociedad moderna (especialmente en los ruidosos y exigentes entornos urbanos) que llevar a cabo unas vacaciones en esa playa paradisíaca o en ese país exótico y distante de nuestros sueños.
De modo que planear constantemente esas vacaciones que tanto sueñas no es, podemos afirmar, un capricho o una simple obsesión, sino de cierta manera la solventación de una necesidad. Hacerlas realidad, muy posiblemente, ayudará a mejorar tu autoestima y actitud ante la vida. Porque a todos nos gusta viajar de vez en cuando, un tema de bienestar emocional.