El acto de mirar, en realidad es producto del reflejo de la luz en la superficie de las cosas. Todos sabemos que los espejos son capaces de reflejar, pero poco nos detenemos a pensar en el motivo de este hecho. ¿Cómo funciona un espejo?
El espejo tiene una superficie pulimentada, es decir, es un cristal cubierto de una capa metalizada, tradicionalmente de estaño o mercurio. Esta capa devuelve los rayos luminosos que caen sobre ella, y el cristal funge como su soporte. Los rayos reflejados por la capa metalizada entran a nuestro cerebro, el cual los recompone como imágenes familiares, por ejemplo, nuestro propio rostro.