Juchitán de Zaragoza es una ciudad mexicana ubicada en el Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca, en la parte continental más angosta de América del Norte. La localidad es famosa por considerarse que en ella existe el matriarcado, es decir, que el mando social reside en las mujeres.
Se atribuye al poeta y escritor zapoteca Andrés Henestrosa ser el primero en afirmar que en Juchitán existe una sociedad matriarcal, aunque ya desde el siglo XVI existen crónicas en que se destaca a la mujer istmeña como “amazonas matriarcales primitivas”. Sin embargo, desde que Henestrosa hiciera referencia a la importancia de la mujer en Juchitán, se han realizado un gran número de investigaciones sobre la vida en esta ciudad, con resultados fuertemente encontrados: por un lado los hay que concluyen que en Juchitán existe una sociedad matriarcal en que la mujer domina la economía y en general las relaciones sociales, y por otro los que encuentran una sociedad machista sin una verdadera preponderancia femenina.
El empoderamiento de la mujer en Juchitán radica principalmente a su participación activa en la economía, específicamente en el control del comercio. El hombre por lo general trabaja en el campo o en la pesca y con los productos que obtiene su esposa comercia en los mercados locales, en los cuales los hombres tienen prohibido participar. La mujer muchas veces procesa en la casa la materia prima, obteniendo un producto mucho más valioso en el mercado que el que inicialmente aportó el hombre. Esta participación preponderante provoca que la mujer administre la economía familiar, decidiendo cómo y en qué usar las ganancias obtenidas.
En la vida social, se celebra a la mujer por sobre el hombre en las fiestas y ritos, en donde incluso los muxes (homosexuales zapotecas que visten y participan en sociedad como mujeres), tienen un rol mucho más activo que los hombres.
Sin embargo, existe un amplio machismo en la sociedad juchiteca. Por ejemplo, existe un alto índice de violencia de género intrafamiliar y de casamientos jóvenes, y en la vida sexual la mujer debe guardar comportamientos que no son impuestos a los hombres. También a la mujer le resulta difícil atender el trabajo, la familia, la casa, la vida social y además la vida política, por lo que en esta última no participa tan activamente como el hombre.