Los extraños pájaros dodos fueron vistos por vez primera alrededor del año 1600, en las Islas Mauricio, en el Oceano Índico. En su ecosistema no había depredadores, por lo cual su especie perdió la necesidad de volar evolutivamente, atrofiándose sus alas. Al mismo tiempo, las patas se le volvieron robustas, con lo que se movían con torpeza y lentitud, cosa que no fue impedimento para sobrevivir en un entorno sin mamíferos. Se alimentaba de frutos que caían y hacía su nido sobre la tierra.
La suerte de los dodos cambió drásticamente al llegar el hombre (portugués) por vez primera a la región de Mauricio. Rápidamente, tanto la carne como los huevos del peculiar pájaro comenzaron a ser objeto de depredación, máxime que por sus características esta ave era incapaz de esconderse o resistirse. Además del proceso antes mencionado, el ser humano propagó especies no-nativas, que coadyuvaron para la disminución rápida de ejemplares de dodo. Bastaron ocho décadas, y esta especie había sido extinguida por completo.
Aunque ya existían algunos esqueletos de dodo exhibidos (destacando el del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford), en 2007 se encontró, en una cueva en Mauricio, el esqueleto de dodo mejor conservado de la historia.
