Cuando se duermen las extremidades se experimenta una sensación que a mucha gente le parece desagradable, similar a un hormigueo que va después de un adormecimiento en el área de las piernas o los brazos, e incluso puede ocurrir en otras partes del cuerpo.
Esto se debe a las terminaciones nerviosas ubicadas en distintas partes del cuerpo, y está vinculado a la irrigación de sangre que estas reciben. Cuando hemos tenido presionada determinada parte del cuerpo, como cuando nos quedamos dormidos sobre uno de nuestros brazos, por ejemplo, esta parte del cuerpo deja de recibir sangre de forma normal y los nervios ubicados ahí ven afectada su capacidad de respuesta.
Cuando la presión ejercida sobre dicha parte del cuerpo desaparece, se puede sentir cómo el flujo sanguíneo normal se restablece en los nervios, que se estiran hasta recuperar su forma original. Eso es lo que sentimos con la forma de un hormigueo, que en breve se detiene para permitirnos volver a una sensación de normalidad.
Cuando se duermen las extremidades es común que la sensación resulte sumamente desagradable, y lo que hay que hace en esos casos es adoptar una posición “natural”, sin presiones físicas sobre la parte afectada, y esperar unos segundos a que la irrigación sanguínea se normalice.