El gato, en muchas culturas a través de los siglos, ha sido un animal privilegiado. Sin embargo, a mediados del siglo XIII, la Iglesia Católica los persiguió debido a que eran utilizados para ritos paganos, y se buscó eliminar a estos sistemas de creencias por medio de la difusión de la idea de que los gatos eran malignos y traían mala suerte. Se tenía la idea en que se transformaban en un gato negro gigante. Algunas de estas ideas tienen raíces hebreas y babilónicas.
Miles de gatos fueron asesinados por estas creencias, y se piensa que tras estos actos y la consiguiente disminución en la población de gatos, la proliferación de ratas resultante coadyuvó a la letal peste negra que mató a miles de personas en Europa en el siglo XIV. Hasta el día de hoy prevalece la idea de que los gatos negros son de mala suerte.
En los hechos, los que corren con verdadera mala suerte son los propios gatos negros, ya que casi todas las personas se muestran renuentes a adoptarlos. Según un estudio de la Universidad de Colorado, los gatos negros tardan de cuatro a seis semanas más en ser adoptados debido a esta superstición. notablemente más tiempo que otros gatos.