Se sabe que encontrar un trébol de cuatro hojas se considera un acto de suerte debido a lo poco frecuentes que son en comparación con los de tres hojas. Existe la creencia mística de que los tréboles de cuatro hojas es un símbolo de buena suerte y que aquél que lo porta tendrá buena fortuna.
Desde el punto de vista místico y según la leyenda, el trébol de cuatro hojas es el símbolo de la buena suerte y quién lo porte, estará acompañado por la buena fortuna.
Se estima que entre los tréboles de tres hojas y los de cuatro hojas hay una relación de 10,000 a 1, es decir que hay 1 trébol de cuatro hojas por cada 10,000 tréboles de tres hojas. Esta proporción hace muy poco probable encontrar un trébol de 4 hojas.
Existen dos principales creencias sobre el significado de las hojas de los tréboles. Una señala que simbolizan a la fama, la riqueza, la salud y el amor, mientras que la otra afirma que son la esperanza, la fe, el amor y la suerte.
La creencia de que los tréboles tienen o atraen la buena suerte tiene sus orígenes en creencias y leyendas. Por ejemplo, se dice que Eva al ser expulsada del paraíso Eva recogió un trébol de cuatro hojas a manera de recuerdo.
Los celtas portaban tréboles porque creían que con ellos se ahuyentaban a los malos espíritus. En la Edad Media esta costumbre celta se transformó en la creencia en que los tréboles permitían ver a las hadas, eludirlas y manipularlas.
San Patricio se apoyó en la figura del trébol de tres hojas cuando se avocó a la evangelización en Irlanda, para explicar a los campesinos el tema de la Santísima Trinidad, convirtiéndose el trébol en el símbolo de su labor pastoral.
Algunos personajes importantes de la historia, como Abraham Lincoln y Napoleón Bonaparte, portaban un trébol de cuatro hojas en su bolsillo.
Investigaciones científicas han tratado de develar el por qué la rareza de los tréboles de cuatro hojas, llegando a diversos conclusiones encontrad. Algunas observaciones sugieren que se debe a un gen recesivo que se impone con baja frecuencia, y otras señalan que se deben a mutaciones somáticas o por causas adjudicables al medio ambiente.
